Memòria obligatòria
Francesc de Sales (1567-1612), bisbe de Ginebra, fou essencialment un pastor que destacà pel seu humanisme religiós: ‘en qualsevol situació en què ens trobem, podem i hem d’aspirar a la vida perfecta’ (‘Introducció a la vida devota’). Amb Joana de Chantal funda l’Orde de la Visitació. És patró dels periodistes.
Oració col·lecta
Oh Déu, Vós heu volgut que el bisbe Sant Francesc de Sales es fes tot per a tots, cercant el bé dels homes; concediu-nos que, seguint el seu exemple, manifestem la suavitat del vostre amor en el servei dels nostres germans.
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Los tiempos son recios, difíciles de llevar. Pero quien a Dios tiene nada le falta, decía santa Teresa. De algún modo se puede decir que el Señor ha regalado a la Iglesia una preciosa bitácora con los cuadernos e instrumentos necesarios para llevar con acierto el arte de navegar en esta especial singladura que es la de seguir con fidelidad la ruta del Evangelio. Esos documentos, naturalmente, son la Palabra, la Tradición y el Magisterio. Tampoco olviden las luces que vienen de esas luminarias que son los «signos de los tiempos».Y cuanto más recios sean los tiempos, mayor atención se ha de poner en templar, cuidar, fortalecer y practicar la virtud evangélica. Una comunidad, un nuevo pueblo, una Iglesia siempre en éxodo, en salida, como quiere el papa Francisco, caminando entre las bendiciones de Dios y las dificultades que ponen los hombres (Lumen gentium 8).
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Los tiempos son recios, difíciles de llevar. Pero quien a Dios tiene nada le falta, decía santa Teresa. De algún modo se puede decir que el Señor ha regalado a la Iglesia una preciosa bitácora con los cuadernos e instrumentos necesarios para llevar con acierto el arte de navegar en esta especial singladura que es la de seguir con fidelidad la ruta del Evangelio. Esos documentos, naturalmente, son la Palabra, la Tradición y el Magisterio. Tampoco olviden las luces que vienen de esas luminarias que son los «signos de los tiempos».Y cuanto más recios sean los tiempos, mayor atención se ha de poner en templar, cuidar, fortalecer y practicar la virtud evangélica. Una comunidad, un nuevo pueblo, una Iglesia siempre en éxodo, en salida, como quiere el papa Francisco, caminando entre las bendiciones de Dios y las dificultades que ponen los hombres (Lumen gentium 8).