Memòria obligatòria
Timoteu i Titus són destacats col·laboradors de l’Apòstol Sant Pau. Timoteu fou deixeble preferit de Pau, el qual li encomanà la jove comunitat d’Efes. En dues cartes li fa conèixer els trets fonamentals del servei pastoral. A Titus, Pau li encomanà la pacificació de la comunitat de Corint i la responsabilitat de la de Creta. ‘Titus, et vaig deixar a Creta perquè acabessis d’organitzar el que faltava i designessis els qui han de presidir la comunitat en cada ciutat, segons les instruccions que et vaig donar’ (Tt 1,5).
Oració col·lecta
Oh Déu, Vós heu honorat Sant Timoteu i Sant Titus amb les virtuts dels Apòstols; concediu-nos per la seva intercessió que visquem en aquest món una vida de justícia i de pietat fins a arribar a la pàtria del cel.
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Una novela histórica que manifiesta el espíritu y el corazón de San Ignacio de Loyola y nos descubre un cuadro apasionante del tiempo en que vivió.
Don Íñigo de Loyola y Licona, soldado y aristócrata, yace en el lecho del padecimiento recuperándose de una herida ocasionada en el sitio de Pamplona. Sus reflexiones se encadenan en dos direcciones distintas. Por una parte, está su carrera, plagada de éxitos como Caballero de Su Majestad el Emperador; una ascensión de honores y una posición envidiable desde la que observaría con orgullo a los ojos de la que podría ser su Dama.
Pero por una fractura de esos pensamientos, que habían sido siempre tan alentadores, se filtra una luz deslumbrante: se ve a sí mismo camino de Tierra Santa, como Caballero de Dios, descalzo, comiendo únicamente hierbas, mortificando su carne, subiendo por el estrecho sendero que conduce al castillo del mismo Dios.
Pero ¿qué títulos podía él poseer para aspirar a la compañía de los Santos? Ninguno. Era un pensamiento vanal. No obstante... San Agustín... San Francisco... ¿no se habían enfrentado con una situación parecida? Siente el irresistible deseo de romper con todo su pasado y, también, aquello era algo que no admitía demora. Desde ese instante, la vida de Ignacio cobra todo su sentido.
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Una novela histórica que manifiesta el espíritu y el corazón de San Ignacio de Loyola y nos descubre un cuadro apasionante del tiempo en que vivió.
Don Íñigo de Loyola y Licona, soldado y aristócrata, yace en el lecho del padecimiento recuperándose de una herida ocasionada en el sitio de Pamplona. Sus reflexiones se encadenan en dos direcciones distintas. Por una parte, está su carrera, plagada de éxitos como Caballero de Su Majestad el Emperador; una ascensión de honores y una posición envidiable desde la que observaría con orgullo a los ojos de la que podría ser su Dama.
Pero por una fractura de esos pensamientos, que habían sido siempre tan alentadores, se filtra una luz deslumbrante: se ve a sí mismo camino de Tierra Santa, como Caballero de Dios, descalzo, comiendo únicamente hierbas, mortificando su carne, subiendo por el estrecho sendero que conduce al castillo del mismo Dios.
Pero ¿qué títulos podía él poseer para aspirar a la compañía de los Santos? Ninguno. Era un pensamiento vanal. No obstante... San Agustín... San Francisco... ¿no se habían enfrentado con una situación parecida? Siente el irresistible deseo de romper con todo su pasado y, también, aquello era algo que no admitía demora. Desde ese instante, la vida de Ignacio cobra todo su sentido.