Fiesta
Camino de Damasco, el fariseo Saulo de Tarso descubre que Jesús Resucitado se identifica con los cristianos que él persigue. Toda su vida le queda marcada: ‘Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo que vive en mí’ (Gál 2,20a). ‘Para mí la vida es Cristo y el morir una ganancia’ (Flp 1,21). ‘Porque nos apremia el amor de Cristo’ (2Cor 5,14a). ‘Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo’ (1Cor 11,1). Con mucho acierto, en 1908 se inició la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, celebrada desde entonces todos los años del 18 al 25 de enero.
Oración colecta
Señor, Dios nuestro, Tú que has instruido a todos los pueblos con la predicación del Apóstol San Pablo, concede a cuantos celebramos su Conversión caminar hacia Ti, siguiendo su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad.
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En 1984, los fiscales Carlos Jiménez Villarejo y José María Mena presentaron una querella contra varios directivos de Banca Catalana, entre los que se encontraba Jordi Pujol, por supuesto desvío de fondos. En concreto, se les acusaba de la compra irregular de valores inmobiliarios, con dinero de la caja B, para financiar distintas operaciones gravosas para la entidad, que terminó siendo intervenida en 1982. Los fiscales también sostenían que Pujol y el resto de consejeros se habían repartido más de 105 millones de pesetas en dividendos entre 1974 y 1976, cuando el banco ya tenía importantes pérdidas.
El entonces presidente catalán atribuyó la acción del Ministerio Público a una «jugada indigna» del PSOE, que gobernaba entonces en España, tal como clamó Pujol ante una masiva manifestación de apoyo incondicional organizada de forma no muy espontánea. Sin embargo, Pere Ríos sostiene en este libro que, pese a sus reiteradas declaraciones en contra, Pujol y sus allegados sí se enriquecieron con Banca Catalana. Y que, de hecho, es ahí, con ese banco supuestamente creado para «hacer país» donde se comienza a forjar el patrimonio de los Pujol, es decir, cuando comienza esa historia que tuvo un punto y aparte explosivo el 25 de julio de 2014.
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En 1984, los fiscales Carlos Jiménez Villarejo y José María Mena presentaron una querella contra varios directivos de Banca Catalana, entre los que se encontraba Jordi Pujol, por supuesto desvío de fondos. En concreto, se les acusaba de la compra irregular de valores inmobiliarios, con dinero de la caja B, para financiar distintas operaciones gravosas para la entidad, que terminó siendo intervenida en 1982. Los fiscales también sostenían que Pujol y el resto de consejeros se habían repartido más de 105 millones de pesetas en dividendos entre 1974 y 1976, cuando el banco ya tenía importantes pérdidas.
El entonces presidente catalán atribuyó la acción del Ministerio Público a una «jugada indigna» del PSOE, que gobernaba entonces en España, tal como clamó Pujol ante una masiva manifestación de apoyo incondicional organizada de forma no muy espontánea. Sin embargo, Pere Ríos sostiene en este libro que, pese a sus reiteradas declaraciones en contra, Pujol y sus allegados sí se enriquecieron con Banca Catalana. Y que, de hecho, es ahí, con ese banco supuestamente creado para «hacer país» donde se comienza a forjar el patrimonio de los Pujol, es decir, cuando comienza esa historia que tuvo un punto y aparte explosivo el 25 de julio de 2014.