Dos madres bien jóvenes y valientes que proclamaron bien alto su fe, muriendo ante las fieras en Cartago (203).
Puedes consultar las lecturas de hoy en lecturas.misa.app.
Héctor es cosmonauta. Hace muchos años que surca el Cosmos enfundado en un minúsculo cohete unipersonal, diseñado para viajar a una velocidad muy superior a la de la luz. Su misión, como la de otros millones de jóvenes cosmonautas que fueron lanzados en todas las direcciones hacia los confines del Universo, es salir de él. Ese descabellado plan responde a un propósito global llamado Second Chance Project, que está destinado a conseguir para una Humanidad en decadencia, que ha entrado ya en su agónica fase final, una segunda oportunidad.
Siguiendo las indicaciones de los sesudos ingenieros que proyectaron la misión, Héctor viaja con sus constantes vitales y necesidades fisiológicas al mínimo imprescindible. Pero conserva su lucidez, eso sí. Todo lo que las circunstancias permiten. Su única actividad radica en llevar a cabo un cuaderno de bitácora en el que va registrando aquellas peculiaridades del vuelo dignas de ser tomadas en consideración. El resto del tiempo le da para aburrirse, recordar su vida y pelearse con Nic, el ordenador que comanda la nave.
-Recíbalo mañana*
*Si está disponible.
*Pedidos peninsulares antes de las 17:00h.
Envío gratuito*
*Pedidos +50€ (Sólo Península y Baleares)
Durante el estado de alarma en España no se realizan envíos a Suramérica ni Centroamérica.
-O puede recogerlo en la tienda.
Héctor es cosmonauta. Hace muchos años que surca el Cosmos enfundado en un minúsculo cohete unipersonal, diseñado para viajar a una velocidad muy superior a la de la luz. Su misión, como la de otros millones de jóvenes cosmonautas que fueron lanzados en todas las direcciones hacia los confines del Universo, es salir de él. Ese descabellado plan responde a un propósito global llamado Second Chance Project, que está destinado a conseguir para una Humanidad en decadencia, que ha entrado ya en su agónica fase final, una segunda oportunidad.
Siguiendo las indicaciones de los sesudos ingenieros que proyectaron la misión, Héctor viaja con sus constantes vitales y necesidades fisiológicas al mínimo imprescindible. Pero conserva su lucidez, eso sí. Todo lo que las circunstancias permiten. Su única actividad radica en llevar a cabo un cuaderno de bitácora en el que va registrando aquellas peculiaridades del vuelo dignas de ser tomadas en consideración. El resto del tiempo le da para aburrirse, recordar su vida y pelearse con Nic, el ordenador que comanda la nave.