Sería un obispo muy evangélico porque el mismo rey Boleslao II que lo promovió al episcopado de Cracovia, lo hizo asesinar (1079).
La Iglesia no necesita apologetas de sus causas, ni abanderados de sus guerras... sino obipos-pastores próximos a la gente... que sean dóciles, tranquilos y misericordiosos (Papa Francisco). Esto lo realizó perfectamente el Cardenal Arzobispo de Sevilla, D. José María Bueno Monreal
Fue nombrao cardenal por Juan XXIII, en el Concilio Vaticano II y se mostró en cabeza del conjunto minoritario reformista en episcopado español. En el tiempo del Postconcilio, dedicó sus mayores esfuerzos (Sínodo Hispalense, Asamblea Conjunta, Centro de Estudios Teológicos...) a sembrar en Sevilla, y en el resto del estado español, el contenido de los documentos del Concilio. Su influencia fue primordial en las relaciones Iglesia-Estado, que guiaron hacia una transformación del régimen del caudillo, más en la línea con los sistemas de libertad y demócratas que imperaban en los países de Europa de nuestro alrededor. En los tiempos de crisis del clero y secularizaciones, se demostró, con la forma de tratar a sus sacerdotes, el intenso humanismo cristiano del cardenal, el mismo al que Jacques Maritain había declarado como humanismo integral, y del que Juan Pablo II dijo que «estaba fundado en el reconocimiento de la verdadera dignidad y de los derechos del hombre».
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La Iglesia no necesita apologetas de sus causas, ni abanderados de sus guerras... sino obipos-pastores próximos a la gente... que sean dóciles, tranquilos y misericordiosos (Papa Francisco). Esto lo realizó perfectamente el Cardenal Arzobispo de Sevilla, D. José María Bueno Monreal
Fue nombrao cardenal por Juan XXIII, en el Concilio Vaticano II y se mostró en cabeza del conjunto minoritario reformista en episcopado español. En el tiempo del Postconcilio, dedicó sus mayores esfuerzos (Sínodo Hispalense, Asamblea Conjunta, Centro de Estudios Teológicos...) a sembrar en Sevilla, y en el resto del estado español, el contenido de los documentos del Concilio. Su influencia fue primordial en las relaciones Iglesia-Estado, que guiaron hacia una transformación del régimen del caudillo, más en la línea con los sistemas de libertad y demócratas que imperaban en los países de Europa de nuestro alrededor. En los tiempos de crisis del clero y secularizaciones, se demostró, con la forma de tratar a sus sacerdotes, el intenso humanismo cristiano del cardenal, el mismo al que Jacques Maritain había declarado como humanismo integral, y del que Juan Pablo II dijo que «estaba fundado en el reconocimiento de la verdadera dignidad y de los derechos del hombre».