Canónigo agustiniano de San Adrián del Besós, abad de San Rufo de Aviñón, obispo de Barcelona, arzobispo de Tarragona y consejero de los condes de Barcelona (†1137).
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«Sería bueno que la Iglesia, todas las iglesias, volvieran a inspirarse sin miedo en las palabras y la actitud de Jesús hacia las mujeres, asumiendo su visión del mundo.»
Enzo Bianchi.
«Levántate, mujer, muestra la frente, quédate firme, no vivas agachada.»
Narran los sabios que todo buen judío, al despertarse por la mañana, agradecía a su dios no ser pagano, mujer o esclavo. ¿Cuál era entonces el papel femenino en los tiempos de Jesucristo? Las vírgenes eran presas codiciadas para el matrimonio, y las casadas mandaban como dueñas del hogar y maestras de sus hijos, a resguardo de la visión ajena y al amparo de unas leyes realizadas por los hombres. A lo largo de los años, la Iglesia se ha preocupado por mantener estas reglas y alejar del poder fáctico a la mujer, pero Enzo Bianchi ha repasado atentamente algunos textos sagrados para mostrarnos la actitud de Jesús hacia las figuras femeninas que se encontró en su vida: mujeres enfermas, extranjeras, adúlteras, que se aproximaron y recibieron de él palabras de respeto y aliento. Y, entre ellas, sobresale la imagen de María Magdalena, que la Historia con mayúsculas ha tratado de forma extravagante y en ocasiones perversa, pero que en boca de Jesucristo fue apóstol de los apóstoles, mujer sabia y poderosa. Jesús y las mujeres es un ensayo sincero y polémico que nos aproxima a la historia viva de otra época, y sus palabras encuentran repercusión en nuestra realidad.
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«Sería bueno que la Iglesia, todas las iglesias, volvieran a inspirarse sin miedo en las palabras y la actitud de Jesús hacia las mujeres, asumiendo su visión del mundo.»
Enzo Bianchi.
«Levántate, mujer, muestra la frente, quédate firme, no vivas agachada.»
Narran los sabios que todo buen judío, al despertarse por la mañana, agradecía a su dios no ser pagano, mujer o esclavo. ¿Cuál era entonces el papel femenino en los tiempos de Jesucristo? Las vírgenes eran presas codiciadas para el matrimonio, y las casadas mandaban como dueñas del hogar y maestras de sus hijos, a resguardo de la visión ajena y al amparo de unas leyes realizadas por los hombres. A lo largo de los años, la Iglesia se ha preocupado por mantener estas reglas y alejar del poder fáctico a la mujer, pero Enzo Bianchi ha repasado atentamente algunos textos sagrados para mostrarnos la actitud de Jesús hacia las figuras femeninas que se encontró en su vida: mujeres enfermas, extranjeras, adúlteras, que se aproximaron y recibieron de él palabras de respeto y aliento. Y, entre ellas, sobresale la imagen de María Magdalena, que la Historia con mayúsculas ha tratado de forma extravagante y en ocasiones perversa, pero que en boca de Jesucristo fue apóstol de los apóstoles, mujer sabia y poderosa. Jesús y las mujeres es un ensayo sincero y polémico que nos aproxima a la historia viva de otra época, y sus palabras encuentran repercusión en nuestra realidad.