Sería un obispo muy evangélico porque el mismo rey Boleslao II que lo promovió al episcopado de Cracovia, lo hizo asesinar (1079).
La colección de vidas de santos que conocemos por el nombre de La leyenda dorada es en su mayor parte -hay añadidos de épocas posteriores- obra de Santiago de la Vorágine (h. 1228-1298), dominico italiano que llegó a ser arzobispo de Génova. De intención edificante, constituye una de las más claras expresiones de una literatura cristiana que, situándose muy lejos del discurso teológico e incorporando narraciones piadosas que en ocasiones se remontan a los siglos IV, V y VI, conectaba con el alma popular mediante la sabia fusión de historia y leyenda y de espiritualidad y materialidad. El gusto por el detalle visible y palpable que impregna estos relatos recorre asimismo la serie de xilografías que ilustra esta edición, procedente de la traducción italiana de la Leyenda que en Venecia publicó Capcasa en 1494. La inclusión de La leyenda Dorada en Alianza Forma apenas precisa de justificación. Ofrecer al lector español, y por primera vez, uno de los repertorios iconográficos más utilizados por el arte occidental desde el período tardomedieval hasta el siglo XIX tiene un indudable interés también para los estudiosos de la iconografía y del arte en general. La Leyenda, término que no conlleva aquí significación alguna de fantasia o ficción, sino la etimología de «lo que se debe leer», ha sido traducida directamente del latín por fray José Manuel Macías, O.P.
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La colección de vidas de santos que conocemos por el nombre de La leyenda dorada es en su mayor parte -hay añadidos de épocas posteriores- obra de Santiago de la Vorágine (h. 1228-1298), dominico italiano que llegó a ser arzobispo de Génova. De intención edificante, constituye una de las más claras expresiones de una literatura cristiana que, situándose muy lejos del discurso teológico e incorporando narraciones piadosas que en ocasiones se remontan a los siglos IV, V y VI, conectaba con el alma popular mediante la sabia fusión de historia y leyenda y de espiritualidad y materialidad. El gusto por el detalle visible y palpable que impregna estos relatos recorre asimismo la serie de xilografías que ilustra esta edición, procedente de la traducción italiana de la Leyenda que en Venecia publicó Capcasa en 1494. La inclusión de La leyenda Dorada en Alianza Forma apenas precisa de justificación. Ofrecer al lector español, y por primera vez, uno de los repertorios iconográficos más utilizados por el arte occidental desde el período tardomedieval hasta el siglo XIX tiene un indudable interés también para los estudiosos de la iconografía y del arte en general. La Leyenda, término que no conlleva aquí significación alguna de fantasia o ficción, sino la etimología de «lo que se debe leer», ha sido traducida directamente del latín por fray José Manuel Macías, O.P.