Buena madre y esposa, tiene tiempo de ocuparse de los enfermos abandonados con otras amigas (†1440).
Hoy también celebramos Sant Paciano: Obispo de Barcelona: tuvo que rehacer la vida después de las persecuciones (s. IV).
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Monsieur Pain fue publicada por primera vez en 1984 bajo el título La senda de los elefantes gracias a la obtención del Premio Félix Urabayen. En la primavera de 1938, Monsieur Pierre Pain, acupuntor y seguidor convencido de las teorías mesméricas, recibe el cometido de tratar e intentar curar el hipo de un sudamericano abandonado a su poca suerte y escasos medios en un hospital de París. Lo que a priori parecía un extraño caso de fiebre alta e hipo persistente, no obstante, se presenta ante sus ojos como un entramado de proporciones inimaginables y abre la puerta a preguntas cuyas respuestas Pain tendrá que desvelar. ¿Qué identidad se oculta tras el rostro pobre y agonizante? ¿Quién, quiénes o qué podrían desear su muerte? ¿Y qué provecho sacarían de ella? Enfrentado a una red compleja y oscura, el mesmerista habrá de lidiar con sus pasiones más íntimas y el implacable fantasma de la soledad, con el ínfimo atisbo que a la humanidad le resta de dignidad y con la tristeza que, ola tras ola, trago tras trago, todo lo anega.
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Monsieur Pain fue publicada por primera vez en 1984 bajo el título La senda de los elefantes gracias a la obtención del Premio Félix Urabayen. En la primavera de 1938, Monsieur Pierre Pain, acupuntor y seguidor convencido de las teorías mesméricas, recibe el cometido de tratar e intentar curar el hipo de un sudamericano abandonado a su poca suerte y escasos medios en un hospital de París. Lo que a priori parecía un extraño caso de fiebre alta e hipo persistente, no obstante, se presenta ante sus ojos como un entramado de proporciones inimaginables y abre la puerta a preguntas cuyas respuestas Pain tendrá que desvelar. ¿Qué identidad se oculta tras el rostro pobre y agonizante? ¿Quién, quiénes o qué podrían desear su muerte? ¿Y qué provecho sacarían de ella? Enfrentado a una red compleja y oscura, el mesmerista habrá de lidiar con sus pasiones más íntimas y el implacable fantasma de la soledad, con el ínfimo atisbo que a la humanidad le resta de dignidad y con la tristeza que, ola tras ola, trago tras trago, todo lo anega.