Organizando una vida más digna para los leprosos de la isal de Molokai, este hijo de los Sagrados Corazones murió leproso en 1889.
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El presente volumen consta de nueve discursos inéditos, siete de ellos dirigidos a estudiantes universitarios en días de dichosa graduación. Es éste un género muy peculiar de la oratoria norteamericana que ha dado lugar a piezas memorables adornadas con nobles sentimientos, recuerdos edificantes y sabios consejos o melifluos elixires emitidos desde sus cátedras (celestes) por autoridades de intachable prestigio moral o intelectual. El autor de Matadero Cinco también gozabade una excelente reputación, pero él mismo se encargaba de sabotearla a las primeras de cambio para ejercer un magisterio terrestre, coloquial, benévolo y satírico (cuando llegaba la hora de los dardos). Los parlamentos aquí reunidos y la guinda que los corona son Vonnegut en estado puro: la quintaesencia de su tono, la campante sublimación de sus estacazos, la pólvora de su estilo y el filo de un estilete rematado por la punta con un florilegio de agudezas que servirá de postre para la meditación cogitabunda. O sea: Kurt al cuadrado y, en ocasiones, al cubo.
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El presente volumen consta de nueve discursos inéditos, siete de ellos dirigidos a estudiantes universitarios en días de dichosa graduación. Es éste un género muy peculiar de la oratoria norteamericana que ha dado lugar a piezas memorables adornadas con nobles sentimientos, recuerdos edificantes y sabios consejos o melifluos elixires emitidos desde sus cátedras (celestes) por autoridades de intachable prestigio moral o intelectual. El autor de Matadero Cinco también gozabade una excelente reputación, pero él mismo se encargaba de sabotearla a las primeras de cambio para ejercer un magisterio terrestre, coloquial, benévolo y satírico (cuando llegaba la hora de los dardos). Los parlamentos aquí reunidos y la guinda que los corona son Vonnegut en estado puro: la quintaesencia de su tono, la campante sublimación de sus estacazos, la pólvora de su estilo y el filo de un estilete rematado por la punta con un florilegio de agudezas que servirá de postre para la meditación cogitabunda. O sea: Kurt al cuadrado y, en ocasiones, al cubo.