Memoria obligatoria
Según la ‘Vida’ escrita por San Atanasio, de joven, muertos sus padres, se tomó tan en serio aquellas palabras de Jesús: ‘Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo- y luego ven y sígueme’ (Mt 19,21b) que se retiró, solo, al desierto de Egipto durante más de veinte años (siglo III). Pero no se desentendió de los problemas del mundo: mantuvo contactos con la Iglesia de Alejandría, su ciudad natal, y animó a cuantos le pedían consejo; muchos le llamaban ‘Padre’ (‘Abad’), y llenaron el desierto de monasterios.
Oración colecta
Señor y Dios nuestro, que llamaste al desierto a San Antonio, abad, para que te sirviera con una vida santa; concédenos por su intercesión que sepamos negarnos a nosotros mismos para amarte a Ti siempre sobre todas las cosas.
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La llegada de un hijo, aunque sea esperado y deseado, cambia, altera y sorprende radicalmente la vida.
La experiencia de la maternidad revela además una sorprendente verdad: que el comienzo del otro está más allá de nosotros, es indisponible. Al otro que viene podemos responderle principalmente de dos formas: eliminándolo de nuestra vida o aprendiendo a descubrir y compartir juntos la sorpresa de la vida y las sorpresas que la manifiestan.
Una forma diferente, y sin embargo no tan distinta, de ser madre es la experiencia de la adopción y del acogimiento. En las llamadas «maternidades no biológicas», caracterizadas por no haber estado presente en el inicio del otro, también es posible adentrarse junto a él por el mismo camino. Y, por encima de todo, volver a tomar conciencia de una experiencia clave: que toda persona originariamente ha necesitado ser acogida.
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La llegada de un hijo, aunque sea esperado y deseado, cambia, altera y sorprende radicalmente la vida.
La experiencia de la maternidad revela además una sorprendente verdad: que el comienzo del otro está más allá de nosotros, es indisponible. Al otro que viene podemos responderle principalmente de dos formas: eliminándolo de nuestra vida o aprendiendo a descubrir y compartir juntos la sorpresa de la vida y las sorpresas que la manifiestan.
Una forma diferente, y sin embargo no tan distinta, de ser madre es la experiencia de la adopción y del acogimiento. En las llamadas «maternidades no biológicas», caracterizadas por no haber estado presente en el inicio del otro, también es posible adentrarse junto a él por el mismo camino. Y, por encima de todo, volver a tomar conciencia de una experiencia clave: que toda persona originariamente ha necesitado ser acogida.