EL ESPÍRITU DEL SEÑOR Y SU SANTA OPERACIÓN

ORIGEN Y SENTIDO DE LA FRATERNIDAD FRANCISCANA

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EL ESPÍRITU DEL SEÑOR Y SU SANTA OPERACIÓN

ORIGEN Y SENTIDO DE LA FRATERNIDAD FRANCISCANA

«La santa operación del Espíritu del Señor» (Rb 10,8) es, para Francisco, la base y la condición esencial de toda la vida franciscana en el seno de la vida cristiana. Sólo podremos amar al hermano más que una madre a su hijo, si de verdad somos hermanos «espirituales» (Rb 6,8), como sólo podremos cumplir la Regla que, según Francisco, es solo Evangelio, si la abordamos «espiritualmente» (Rb 10,4)
Celebramos el octavo centenario de la redacción y aprobación de la Regla franciscana (Regla bulada), confirmada el 29 de noviembre de 1223 por Honorio III. Creemos que debemos acercarnos a ella recordando las palabras de Francisco en su Testamento. Francisco unió los términos «confirmación» y «revelación del Altísimo» y la comprensión de la Regla nos exige no separarlos, para mantenernos próximos a la actitud de Francisco. Haciendo una nueva lectura, concebida de forma distinta a la tradicional, que durante siglos ha sido eminentemente jurídica, y en fidelidad a la voluntad y a los deseos de Francisco, tal vez nos sea posible iniciar un camino de vida franciscana inédito y abierto a nuevas posibilidades.
¿A qué podemos aspirar y a qué nos podemos comprometer? ¿No es una temeridad pretender que la Regla, como la entendieron Francisco y Honorio III y como nosotros la leemos, sea nuestra pauta de vida en pleno siglo XXI? O, ¿será que la fidelidad a esa Regla y a la vida franciscana nos exige hoy dar un vuelco e iniciar una forma nueva de entenderla y vivirla? ¿Es posible para nosotros aspirar con realismo a unas relaciones en las que cada uno ame y nutra a los hermanos con un amor y una voluntad de servicio que despierte el Espíritu del Señor y no se inspire en modelo humano alguno? Fue ciertamente el proyecto de Francisco; pero, al darnos la Regla, vino a decirnos que era también el nuestro y que lo consideraba posible, porque para un cristiano el Evangelio marca la forma de vida y porque Jesús nos ha dicho que nos amemos como Él nos ama.